Navidad
La Adoración de los Pastores, Gustavo Doré |
Queridos feligreses y amigos de san Antonio de Padua. Como los cuestionamientos hay que abordarlos con rigor, os transcribo la página 76 y las dos primeras líneas de la 77 del libro del Papa, para que tengáis el texto exacto de lo que dice el Papa con respecto a la mula y el buey en el nacimiento del Señor. Se me antoja una oportuna felicitación en la Navidad 2012.
[…] “Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1, 3: “El buey conoce su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende”.
Peter Stuhlmacher hace notar que también tuvo un cierto influjo la versión griega de Habacuc 3, 2: “En medio de dos seres vivientes…serás conocido, cuando haya llegado el tiempo aparecerás (p. 52). Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo (25, 18-20) indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para “el buey y el asno”, para la humanidad compuesta por judíos y gentiles.
En la singular conexión entre Isaías 1, 3, Habacuc 3,2, Éxodo 25, 18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde apariencia de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno.”
Cuando alguien quiera manipular las palabras del Papa, preguntadle en qué página del libro se afirma lo que él (el interrogador avieso) está diciendo. Aunque ya sabéis que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Estas Navidades, más que nunca, alentamos al buey y a la mula que alienten fuerte para que el frío de la provocación no acatarre al Niño. ¡Feliz Navidad cantores de Belén!
Blas Silvestre, Navidad 2012.
[…] “Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1, 3: “El buey conoce su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende”.
Peter Stuhlmacher hace notar que también tuvo un cierto influjo la versión griega de Habacuc 3, 2: “En medio de dos seres vivientes…serás conocido, cuando haya llegado el tiempo aparecerás (p. 52). Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo (25, 18-20) indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para “el buey y el asno”, para la humanidad compuesta por judíos y gentiles.
En la singular conexión entre Isaías 1, 3, Habacuc 3,2, Éxodo 25, 18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde apariencia de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno.”
Cuando alguien quiera manipular las palabras del Papa, preguntadle en qué página del libro se afirma lo que él (el interrogador avieso) está diciendo. Aunque ya sabéis que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Estas Navidades, más que nunca, alentamos al buey y a la mula que alienten fuerte para que el frío de la provocación no acatarre al Niño. ¡Feliz Navidad cantores de Belén!
Blas Silvestre, Navidad 2012.